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Esperar a que una persona cambie por nosotros, un deseo frustrado

Redaccion 2 May, 2020 Comments Off on Esperar a que una persona cambie por nosotros, un deseo frustrado
Esperar a que una persona cambie por nosotros, un deseo frustrado

Esperar a que una persona cambie por nosotros suele ser, por término medio, una forma de sufrimiento inútil. Esta realidad se da con frecuencia en las relaciones de pareja, ahí donde uno de los miembros anhela que el otro entre en razón, que su comportamiento mejore y que un buen día aprenda a amar del modo que uno espera. Sin embargo, este tipo de eternas expectativas rara vez se cumplen.

Asumámoslo, creer que alguien va a dar un cambio de 180º a su actitud y comportamiento asienta las bases de una dependencia emocional tan dañina como desgastante. Es vivir a la espera de un milagro, es creer al otro cuando afirma aquello de que va a cambiar, de que lo pasado no volverá a suceder y entonces, darnos cuenta de que hemos caído una vez más en la trampa de los corazones confiados a la vez que ciegos.

Este tipo de situaciones son más comunes de lo que pensamos. Que esto ocurra es algo normal, porque cuando uno ama, confía, porque lo primero no puede ir separado de lo segundo. Por ello, damos segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades esperando que la relación funcione. Luchamos con convicción porque amar es creer que todo esfuerzo valdrá la pena. Hasta que en un momento dado la persona abre los ojos para entender que lo que tanto se anhela, no va a suceder.

Querer que cambien por nosotros, ¿es acertado?

Esperamos cambios en otros de manera constante. Esta esperanza se da incluso en el ámbito familiar o en la crianza de un hijo. Cuando su comportamiento no es el esperado, hacemos una corrección e informamos a nuestros niños sobre aquello que queremos/esperamos de ellos: respeto, atención, afecto y responsabilidad.

Dentro del marco de la educación es habitual esperar cambios. Al fin y al cabo, educar es reorientar, sugerir, dialogar, ser un buen ejemplo y marcar un camino que, para nosotros, es el mejor para nuestros hijos. Ahora bien, llegada la edad adulta, gran parte de nuestros patrones de personalidad están ya muy arraigados y si no hay voluntad, rara vez se dará el cambio.

Así, es común que en las relaciones de pareja nos encontremos con conductas que no nos agradan. Lo ideal es aceptar tanto lo bueno como lo malo del otro, puesto que los defectos, manías y singulares matices conforman lo que uno es, su esencia y auténtico ser. Por tanto, querer cambiar al otro para que se ajuste a lo que uno quiere no es siempre lo más acertado.

Ahora bien, pueden darse situaciones más serias. Las conductas de abuso, desprecio y de engaño, por ejemplo, no son permisibles ni aceptables en ningún caso.  En estos últimos casos generar un cambio no solo es recomendable, sino prioritario.

Cuando nos hacen daño y no aparece el cambio ¿qué hacemos?

En el libro del doctor John Gottman Los siete principios para que una relación funcione, nos señala algo importante. El amor es por encima de todo aceptación, es apreciar al otro por lo que es y a la inversa. Ahora bien, si aparecen conductas dañinas, como lo que él denominó como los cuatro jinetes del apocalipsis (desprecio, evasión, críticas y actitud defensiva) la relación está abocada al fracaso.




En estos últimos casos es esencial que se generen cambios. Y no se trata de esperar a que la persona cambie por nosotros, se trata de tomar conciencia de que hay un problema. Porque cuando hay sufrimiento, deben cambiarse actitudes y comportamientos para que el vínculo no solo se mantenga, sino para que exista algo esencial: el bienestar y la felicidad.

Así, en estos casos suelen darse dos situaciones. La primera es que la otra persona nos diga aquello de «así es como soy, o me coges o me dejas». La segunda situación es que caigamos en la trampa mental y emocional de pensar que efectivamente, van a cambiar por nosotros cuando nos dicen que van a mejorar, que todo irá bien a partir de ahora y que lo sucedido, no se repetirá. Y sin embargo, no solo se repite sino que la situación empeora.

¿Qué hacer si estamos en medio de estas tesituras relacionales? La respuesta es sencilla: si somos infelices y la otra persona no se plantea cambio alguno para mejorar la situación, el cambio lo haremos nosotros. Y no será otro que el de pasar página y reparar lo herido, lo largamente descuidado.

Por último, señalar una vez más que lo ideal en estas circunstancias es solicitar ayuda experta. Los terapeutas, los psicólogos de pareja son siempre una ayuda extraordinaria en estos casos.

Vía: Lamenteesmaravillosa

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