Desde chicos, en la casa, en la escuela, en cualquier lugar escuchamos como nos iban poniendo etiquetas, en su mayoría negativas, un acto tan común que hasta llegamos a aceptarlas, todo esto sin darnos cuenta que estas etiquetas, lejos de ayudar a las personas, reposan sobre sus hombros convirtiéndose en pesadas cargas y les empuja a alimentar esa “fama” que les ha sido impuesta.
Es mentira que alguien puede decirte como eres. Ese es tu poder como individuo, tu virtud como ser humano, tu cualidad como ser único es elegir como quieres ser. Nadie tiene el derecho, ese es tu poder.
Es mentira que eres tímido, es mentira que no sabes bailar, es mentira que eres burro, tonto, pendejo… es mentira. Fueron arquetipos, etiquetas, ideas que compraste de ti sin darte cuenta. Por que de pequeño tuviste un papá y una mamá que etiquetaban, personas que se te señalaban, medios de comunicación que te controlaban. Te fueron creando un programa mental, poniendo roles, y esos roles los adoptaste como tuyos.
El cerebro no distingue entre realidad y fantasía. Siéntete el mejor bailador, el mejor estudiante, el mejor cantante, engaña a tu cerebro para hacer lo que quieras ser. Todo el mundo lo engaña, tomate el tiempo de engañarlo tú, porque si no lo haces, alguien más lo va a hacer. Programalo dando órdenes positivas, reflexiona, piensa en voz alta y no te ofendas.
“Hijo yo siempre soñé con hacer eso, estudia para ing.” “Hijo tienes que honrar a tus padres y haz lo que nosotros nunca pudimos ser” “Hijo tu tienes que sacarnos de pobres”… Todo ser inseguro, incapaz de tomar conciencia de lo que puede hacer, presiona a sus hijos para que ellos sean lo que él no pudo ser, generando presiones tan absurdas que destruyen la comunicación, transformando su hogar en un campo de batalla.
Dejen de presionar a los hijos, cada quién tiene que ser lo que quiere ser y no lo que otros quieren que sean. No somos una extensión de los padres. No creen en los hijos cargas emocionales y responsabilidades por cumplir “cuando sean grandes”.
– No tendremos mucho, pero al menos no nos falta de comer.
– Apenas pasé la materia, pero por lo menos no reprobé. Quizás es hora de aceptar que no soy tan inteligente como los demás.
– Odio mi profesión, pero hay que dar gracias de que por lo menos tengo trabajo.
– Soy infeliz en mi relación, pero por lo menos no nos peleamos todos los días.
Todas estas expresiones denotan una aceptación de la mediocridad como alternativa viable. Se termina por aceptar relaciones que andan bien en lugar de buscar una relación de pareja espectacular, porque desde pequeños aprendimos que relaciones espectaculares no existen, son casi imposibles, que es normal que haya discusiones.
Si desde temprana edad escuchaste en tu casa que querer tener más era señal de codicia y producía infelicidad y que lo más prudente era contentarse con lo poco que uno tenía, porque es mejor tener poco y ser feliz que querer tener mucho y ser infeliz, pues que no te sorprenda que hoy tengas poco. La repetición constante de expresiones como éstas se convierte rápidamente en programas mentales que dirigen tu manera de pensar y actuar. El hecho de que tus padres hayan elegido vivir su vida de acuerdo a estas premisas limitantes no significa que tú debas hacer lo mismo.
Este modelo de educación no genera líderes, sino empleados, conformistas, manipuladores y mediocres. La mediocridad favorece la conformidad, y en muchas culturas, la conformidad asegura felicidad.
Si al final acabas con una vida aburrida y miserable; es porque escuchaste a tu padre, madre, amigos o a un tipo en televisión diciéndote cómo debes hacer las cosas, y te lo creíste. Entonces te lo mereces.
No dejes que nadie programe tu mente. Recuerda que siempre vas a ser quien creas ser. Si piensas que vas a fracasar, seguro lo harás. Es tu decisión, toma las riendas de tu vida, tu puedes elegir tu personalidad. #HazQueSuceda
Tarde o temprano todos van a estar en tu contra, te van a tachar de loco por tener sueños diferentes. La única diferencia entre la gente que triunfa y la que no, es su ideología.
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