Todas las adicciones en general, se utilizan inconscientemente como “anestesia” ante una realidad percibida de forma aterradora. Existe evidencia científica de que tanto las sustancias como las conductas adictivas comparten una característica neurobiológica clave: activan intensamente las vías cerebrales de recompensa y refuerzo, muchas de las cuales involucran al neurotransmisor dopamina.