No hace falta irse para no estar. Hay muchas maneras de ser impuntual e incluso de no presentarse en la vida de alguien. La ausencia en la vida de quien te quiere es algo que se elige. Entonces debemos plantearnos aquello de dejar de buscar excusas para quedarnos y decir adiós o dejar ir. Pero un ADIÓS de esos que se visten con tilde y mayúsculas, y así cierran todos los huecos por los que se pudiera volver a entrar. A cal y canto.
Cuando eres capaz de desligarte de algo que te ha aprisionado durante mucho tiempo consigues aclarar tu mente y deshacerte de las ausencias que no comprendías y mantenían tu vida pendiente de un hilo.
Crecer es aprender a decir adiós
Conseguir decir adiós o dejar ir a quien nunca ha estado significa no retroceder, separar lo que nos enriquece de lo que nos desgasta, cuidar nuestra propia valía y dejar de arrastrarnos suplicando migajas de un amor que sólo existe en nuestra mente.
Cuando no hay reciprocidad o la balanza se inclina hacia el dolor la relación pierde todo sentido y, por lo tanto, lo único que consigue es que agonicemos a la espera del sello que finiquite el final que estaba entretejiendo sus hilos.
En el momento que soltemos nos daremos cuenta de que dar el paso y soltar significa liberarnos, crecer y crear una nueva vida. Esa nueva atmósfera propiciará que podamos sembrar nuevas emociones en un terreno que hasta entonces no era fértil.
Pensar que alguien siempre va a estar ahí es un gran error
Hay veces que las personas desaparecen de nuestra vida por momentos pensando que pueden volver cuando les plazca, pues están seguros de que siempre estaremos aquí. Pero eso no es así, todos merecemos un respeto y las ausencias tienen un alto precio.
El amor ciego no es garantía suficiente para que una relación prospere. Por eso a veces a las historias de puntos suspensivos hay que quitarle dos y dejarlo en punto y final. De ello depende nuestro bienestar emocional.
Es difícil afrontar un adiós decisivo teniendo la certeza de que vamos a tener que luchar para sanar la herida del abandono. Tememos en el proceso por nuestra autoestima, nuestra autoconfianza y nuestro bienestar.
Pero el crecimiento implica cierta desorientación que nos puede angustiar.Tenemos que ser conscientes de que parte del camino lo vamos a tener que recorrer de la mano de la incertidumbre.
Esto no es cómodo, pero merece la pena teniendo en cuenta que el intercambio dará como resultado la reconstrucción de uno mismo y la armonía con nuestro interior. Se trata de ser honestos y exigentes en nuestras compañías emocionales. No siempre es fácil, pero lo necesario no siempre lo es.
Desapegarnos de aquello que supone egoísmos, intereses y ausencias injustificadas nos ayudará a comenzar una nueva etapa en nuestra vida, a sembrar y cosechar sustento para nuestra autoestima y crecer emocionalmente.
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