El arte de mentir

“Mentir, decir cosas inciertas maravillosamente, es la finalidad adecuada del arte”. Oscar Wilde.

Soy de las personas que intentan llevar la verdad por delante, pero como seres humanos tenemos un grado de mentira inherente en la perorata cotidiana. Y una de las mentiras más grandes y común que se hace de manera inconsciente, es contestar “bien” al “¿Cómo te va o cómo estás?”, aunque en realidad sea todo lo contrario. Y es que es simple, a veces no vale la pena ni recordar por lo que estamos pasando: cansancio, fatiga, estrés, tristeza, ansiedad, abandono, engañado, debilidad… al borde de las lágrimas.

El debate siempre es el mismo; mentiras buenas y mentiras malas. Mentir para no dañar, para salvar relaciones, para vender, controlar, aparentar, agandallar, lucrar; mentiras simples y rebuscadas, para el buen funcionamiento del mundo. Algunas personas bromean para decirte la verdad, mientras que otras hablan seriamente para mentirte. Cada quién vive la mentira a su gusto.

Es fácil decir la verdad, en tanto puedas asumir las consecuencias, pero decir una mentira bien contada te hace salir impune de una barbarie; salvarte la vida.

Mentir se pudiera considerar todo un arte; hay que tener buena memoria, visualizar contextos, imaginar personajes, idear diálogos, aplicar la retórica y ser persuasivo. Esto sin contar el manejo de estrés y emociones, seriedad, postura, actitud, aparente bondad e inclusive, aplicar técnicas de actuación adquiridas en la Rosa de Guadalupe, en el que te hagan sentir la persona más miserable, terminando su discurso con un: “¿Apoco desconfías de mí? Pensé que contaba contigo”, tomando una postura de indignado y amenazante a la vez.

Lo cierto de todo, es que muchas personas van ondeando la bandera de la honestidad, cuando en realidad a nadie le gusta escuchar verdades (y menos cuando son suyas).
Es difícil ser sincero, hay que mentir con prudencia, hay que aparentar en algunos casos. Mentir resulta beneficioso para cuidar la integridad, para sobrevivir. Mentirnos a nosotros mismos para que la vida cambie. Hay verdades mezquinas y hay mentiras que salvan al mundo. Al final de todo; mentiras.

Recuerda, puedes engañar a las personas pero nunca a tu mente. Tu vida se puede convertir en un disfraz, de todo lo que hay pero nunca hubo. El que miente sólo se engaña a si mismo. Tarde o temprano el disfraz comenzará a pesar y caerá, poniendo al descubierto la verdadera identidad. La desconfianza ahí estará, inclusive cuando dices la verdad; como sucede con los políticos.

P.D. Nunca creas tus propias mentiras.