Suelo ir sólo un par de ocasiones al cine en el transcurso del año, no me agradan las películas de ficción, fantasía y mucho menos los superhéroes; pero el recien estreno de El ‘Joker’ más que un melodrama de comics, parece la imagen perfecta de una sociedad totalmente deshumanizada y sumergida en la violencia.
El largometraje ahonda en el origen del villano, en todo lo que ha sufrido hasta llegar a convertirse en el payaso de la eterna sonrisa; un comediante fallido, un ser solitario víctima de una sociedad tan oscura como cruel. “El Guason” presenta un perfil psicológico cada vez más marcado en el transcurso de la historia; un transtorno de personalidad antisocial, o comunmente llamado sociopatía. Suelen ser personas cínicas, hostiles e impulsivas. Violan las leyes hasta convertirse en delincuentes: ignoran de sentimientos, cero remordimientos, se oponen a la reglas, manipulan, culpan, roban, mienten y en alguno de los casos matan.
El cómo se forma un sociópata pocas veces habla de un tema biológico y de su nulo desarrollo de la amigdala cerebral. Más bien su influencia está relacionada por el desarrollo en su crianza y de cómo se ha moldeado su interacción por factores del contexto, es decir, el hogar, la sociedad y principalmente la familia.
Estamos en contra de las guerra pero vivimos una día con día; la violencia se forma en el corazón y nace en el hogar.
La historia del personaje deja entrever lo duro de su pasado; la relación trastornada con su madre y la absoluta ausencia del padre. Detrás de cada ser humano hay una historia que necesita ser escuchada.
Las consecuencias de las heridas de la infancia no sanadas son claras; movido por el odio busca vengarse de un orden establecido injusto donde las clases más desfavorecidas son incesablemente ninguneadas. El dolor y la rabia se hacen presentes por el hartazgo de haber perdido siempre, de saberse en la última fila de la vida moderna, donde el esfuerzo y el trabajo de ayer, aún los éxitos no ofrecen y menos garantizan futuras victorias. No se puede esperar menos cuando se ha formado en un ambiente hostil.
La película parece más un documental de la violencia que se vive actualmente en el mundo, y es por eso su éxito rotundo en taquilla.
La violencia es un reflejo de lo que se vive en cada hogar. Si en el seno familiar no se valora, aprecia y respeta a sus miembros, el hogar se convierte en un drama cotidiano. Si en casa existe la confrontación, desvalorización, caos y falta de amor, los integrantes salen fuera a buscar lo que no encuentran en casa; la puerta de entrada hacia los abusos y los excesos.
En su mayoría los delincuentes, adictos y asesinos cuentan una historia similar; vivieron sumergidos en un trauma de la infancia y arrastran la herida. Podríamos deducir que los monstruos no nacen, los crea la familia y los refuerza la sociedad. Al final, los padres llevan a los hijos al psicólogo para tratar determinados comportamientos que, por lo general, los han provocado ellos mismo por su manera poco sana polarizada de crianza, entre ser un padre con pocos límites y ausente, o por el contrario, la exigencia y sobreprotección como modelo principal.
De ningun modo se trata de buscar culpables ni mucho menos justificar algún trastorno mental para actos poco éticos, sino todo lo contrario. Tomar responsabilidad de nuestro actuar.
Deja de culpar a tus padres; ellos hicieron los mejor que pudieron en el momento en el que estaban y con las herramientas que tenían.
Lo que es verdad es que somos una sociedad de niños traumados que siguen en guerra con papá y mamá. Hasta que no nos liberemos y aceptemos, no lograremos estar verdaderamente en paz con nosotros mismos, es fundamental emprender el apasionante viaje del autoconocimiento y entender que ellos actuaron en aquel momento desde el “amor”, tal vez basado en la inconsciencia y la ignorancia, pero con buenas intenciones.
Los desafíos son grandes: se trata de construir un mundo mejor, mas justo, donde nadie tenga que arrastrarse en en lodo por no tener oportunidades. Se trata de acercarte con compasión a quienes sufren y alentar sus vidas. Se trata de no juzgar lo que no sabemos. Que distinto seria el mundo si miráramos a cada ser humano con compasión.
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