En Manos

Por: Axel Zamudio.
Iniciaba diciembre, era domingo, las lluvias cesaban, hacía mucho frío. En Manos comenzaba a tomar forma. No sabíamos a donde iríamos, con quién ni cómo iniciaríamos la conversación. La incertidumbre era notable, pero las ganas de dar eran insuperables. Llevábamos las mejores armas: pantalones, camisas, chamarras y cobijas, aunque los calcetines, gorras y calzado también hicieron su labor.

Llegamos a uno de nuestros primeros puntos; un puente del boulevard que forma parte de las principales vías de la ciudad, por el cual transita la mayoría de los turistas. Al llegar, un desconocido nos pregunta que si queremos mota, hielo o coca. Sí, nosotros también nos quedamos con la cara de ¡WTF!, pero mi educación me hizo terminar con un ‘’No, gracias’’ no sé porque dije eso, pero se escuchó demasiado tonto por la situación.

 Tras acércanos bajo el puente, encontramos a Alfonso. Tiene 35 años, desde hace 2 años vive debajo del puente tras perderlo todo por problemas familiares, ahora, una mochila y unos cuantos trapos para limpiar carros lo acompañan a cualquier lugar.

Nos mira con miedo y pregunta constantemente que si no somos policías. 
Acepta nuestra ayuda con gusto. ‘’Pensé que ya no existían las buenas personas en México’’ comentó.

Continuamos nuestra ruta y encontramos a Jorge de Michoacán. Fue deportado hace 7 meses de Estados Unidos. Hoy vive debajo de los puentes de la ciudad. No encuentra trabajo, ya que no cuenta con papeles oficiales que lo puedan identificar; le fueron tirados por parte de la policía fronteriza.

Con lágrimas en los ojos y con un nudo en la garganta, Jorge agradeció nuestro apoyo: ‘’Muchas gracias, esto lo voy a cuidar más que a mi vida’’.

 Tras nuestro segunda día de entrega y mientras cesaba la lluvia, encontramos mojados hasta la cabeza a los esposos Patricia Durán y Manuel de Jesús Barbosa; dos Hondureños que vinieron a México en busca de un mejor futuro, pero al parecer no fue lo que esperaban.

Hoy no tienen techo donde dormir, transitan por las calles de la ciudad con esperanza. Manuel un ex trailero; quien ahora anda en silla de ruedas, narró la historia de su accidente en Maneadero.

‘‘Si me he pasado los países desde El Salvador hasta acá, como no me voy a aventar otro tiro’’. Fueron las palabras de Manuel, que con lágrimas en los ojos y toda la energía, comentó que seguiría luchando por su vida a pesar de su problema.

La ruta continuaba, y la realidad parecía ser sacada de una película, el modus vivendi era cada vez más impresionante. Y así, las historias parecen repetirse: problemas, enfermedades, deportados, sin trabajo, sin hogar, golpeados por policías, pisoteados por la sociedad. Historias desgarradoras que causan nudos en la garganta, son la carta de presentación de muchas personas en situación de calle.

En 2 días recorrimos las principales avenidas de la ciudad, regalando más de 1000 piezas de ropa  y cobijas, pero lo más importante, es que regalamos sonrisas y esperanza.
Una acción que nace del corazón en apoyo al prójimo.

A veces quisieras tener todo a tu alcance y apoyar a estas personas al 100%, pero muchas veces es difícil… pero no imposible.

La dura realidad es que miles de personas viven en el anonimato, sin techo, sin familia, sin trabajo, pero con muchas esperanzas de vida.